Vidas compartidas
La vivienda colectiva es la esencia de la cultura urbana de nuestro país y otros muchos. Sin embargo, la experiencia traumática de la pandemia de la COVID-19 nos ha hecho ver que en los doscientos años de historia de esos edificios que llamamos colectivos, y que se rigen por comunidades de vecinos, no hay mucho de lo uno ni de lo otro. En otras palabras, no puede decirse que los habitantes de estas tipologías hayan sentido un interés notable por hacer de esa colectividad y comunidad un sistema social desea-ble más allá de compartir los gastos de limpieza y mantenimiento de las escaleras, y de los ascensores. Así, aquello que parecía resuelto en tanto que fondo neutro de la ciudad en la que brillaban sólo los equipamientos y las arquitecturas simbólicas, se nos ofrece hoy como un campo experimental abierto y necesitado de novedades equi-valente al que se desarrolló en otros tiempos...[+]