Un legado antropológico

Guilherme Wisnik 
01/01/2015


La obra de Lina Bo Bardi despega, como en general la mejor producción arquitectónica de São Paulo, justo en el momento en el que la arquitectura brasileña deja de estar en el foco de la atención internacional. Este punto de inflexión corresponde a la década de 1960, tras una mala acogida de Brasilia, después del golpe militar de 1964 que implantó una dictadura en el país y como consecuencia de las diferentes revisiones críticas posmodernas que tuvieron lugar en el hemisferio norte. Es preciso recordar que, desde mediados de los años 1950 en adelante, la revalorización de los ‘países lejanos’, alimentada por el éxito internacional de la arquitectura moderna brasileña a partir de la exposición ‘Brazil Builds: Architecture New and Old, 1652-1942’ en el Museo de Arte Moderno de Nueva York (MoMA), en 1943, fue sustituida paulatinamente por las críticas al Movimiento Moderno, que tuvieron lugar en los países centrales. En la década de 1960, esta revisión llegó a su máximo exponente con el ‘canto de cisne’ de la modernidad a través de las especulaciones megaestructuralistas, y con la publicación, en 1966, de los primeros manifiestos decididamente antimodernos: L’architettura della città, de Aldo Rossi, y Complexity and Contradiction in Architecture, de Robert Venturi. En este nuevo contexto mundial, la arquitectura brasileña había dejado de tener su lugar...


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