Técnica y sociedad en el rascacielos contemporáneo

El precio de la altura

Ramón Araujo 
31/10/2012


El rascacielos es un edificio de difícil justificación y más difícil generalización por su tremendo coste tanto en términos ambientales como económicos. Su base es necesariamente pequeña en relación con su altura al estar determinado —como cualquier edificio de oficinas o viviendas— por la iluminación natural que se produce a través de la fachada, resultando de esta condición las características plantas centrales y lineales o sus derivadas estrelladas, a las que no se puede ofrecer muchas alternativas. La gran esbeltez resultante implica que la repercusión de la estructura será muy superior que en los edificios de alturas habituales, del orden de tres a cuatro veces más acero por metro cuadrado en construcción metálica en los edificios más altos. También hay que considerar que la gran envergadura del sistema de transporte vertical —que es, a partir de cierta altura, el principal condicionante del diseño— tiene como consecuencia un ineficaz aprovechamiento del espacio. En los edificios de gran altura el núcleo supera el 30 % del espacio útil, es decir una eficiencia (relación entre superficie útil y construida) del orden del 70 %, muy inferior a la de un edificio de altura media. Y esto aceptando una profundidad de crujía hoy estándar en torno a los 14 metros, claramente excesiva para una iluminación natural unilateral, de modo que con profundidades menores (en Alemania está restringida a 8 metros) la eficiencia estará en torno al 60 %...

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