Sin sombra no hay luz, y a sabiendas de ello el Museo Sorolla ha organizado un recorrido que desvela una versión menos acostumbrada del pintor del resplandeciente Mediterráneo, que en muchos momentos abandonó los colores vivos en favor del negro: el negro de los fracs y las mantillas de los distinguidos retratos de sociedad, el negro del luto y la sordidez de las escenas cargadas de realismo social o el negro de las tintas planas con que se recortan las figuras de sus japonaiseries. Puros o matizados, el valenciano los dominó con la misma soltura que el resto de su paleta, como podrá comprobarse hasta el 27 de noviembre.