El teórico del clasicismo Rob Krier murió en Berlín el 20 de noviembre, a los 85 años. Como su hermano menor Léon, defendió sus convicciones tradicionalistas a través del dibujo, porque a los edificios y los textos ambos añadieron una gran elocuencia gráfica. Nacido en Luxemburgo y formado en Múnich, tras graduarse trabajó con Oswald Matthias Ungers y Frei Otto en Colonia, Berlín y Stuttgart, y se asentó finalmente en Viena, donde en 1976 abrió su oficina y durante veinte años enseñó en la TU Wien. Su libro de 1975 Stadtraum, aparecido en inglés en 1979 como Urban Space, fue uno de los pilares de la posmodernidad arquitectónica, que se materializaría poco después en los proyectos de la IBA berlinesa, donde tanto él como Aldo Rossi o Giorgio Grassi tuvieron ocasión de expresar su recuperación del lenguaje clásico a través de obras residenciales.
La revista AV nació en 1985 con dos números sobre la IBA, y uno de ellos componía su portada con una escenografía de Schinkel y un dibujo de Rob Krier, subrayando su protagonismo en el nuevo Berlín. En esta ciudad ejerció la profesión desde 1993, asociado con Christoph Kohl, allí se gestaron los proyectos de su etapa tardía —entre los cuales el Artklass de Bilbao y el nonato de Irún—, allí desarrollaría su trabajo de escultor, y allí se celebró el funeral en diciembre. De regreso del Trauerfeier en una ciudad gris y nevada, Léon recuerda a su hermano con una elegante foto juvenil, y deplora que, pese a las veces que lo intentaron, nunca lograron trabajar juntos. «Rob me hizo leer a Le Corbusier, y años más tarde fui yo el que le hizo leer a Camillo Sitte». Ambos enseñaron en Yale, alma mater de los ‘nuevos urbanistas’ sobre los que tanta influencia ejercieron, y ambos obtuvieron también el Premio Driehaus de Arquitectura Clásica, Léon en la primera convocatoria de 2003 y Rob en la de 2022, cerrando un círculo artístico y fraternal.