Brujas quiere, y con razón, reivindicar su condición de enclave de la arquitectura contemporánea. Villa medieval, ‘Venecia del Norte’, según los folletos turísticos, esta ciudad belga patrimonio de la humanidad ha llevado a cabo un hercúleo esfuerzo por dotarse de nuevas construcciones que no la releguen a mero escenario histórico. Y el balance final es positivo. Historiador y crítico, Marc Dubois se aventura en el pasado reciente de Brujas y alrededores —«una ciudad en muchas»— como prólogo de su análisis de las cuatro obras surgidas al calor de la capitalidad cultural. El ingeniero suizo Jürg Conzett ha diseñado una pasarela para el canal que abraza la ciudad desde 1753; el japonés Toyo Ito ha levantado un delicado pabellón temporal, con panales y lunares metálicos, en la plaza mayor; los holandeses de West 8 con la firma de amberes Poponcini & Llotens han remozado la zona turística de la Isla del Canal; y el estudio de Gante Robbrecht y Daem han puesto el colofón al año con un auditorio monumental e íntimo en el lugar que ocupaba la estación de Het Zand.