Suele entenderse que los valores comúnmente asignados a la arquitectura son auténticos, lógicos e inamovibles. Es decir, se piensa que, cuando en un determinado momento histórico se juzga positivamente la obra de un arquitecto, las ideas que esta obra contiene se convierten en universales aunque, si nos atenemos a la experiencia histórica, podríamos deducir que nada está más lejos de la realidad. Ni siquiera la idea de autoría es estable. Hay, por ello, suficientes razones para pensar que muchos de los valores que se han defendido y establecido para la arquitectura de gran parte del siglo XX, aun con sus transformaciones y derivas, van a ser necesariamente desplazados por otros nuevos, poniendo en entredicho la pertinencia de lo ‘disfrutado’ en nuestro pasado reciente... [+]