Junto al Priztker, el Premio de Arquitectura Contemporánea de la Unión Europea o, simplemente, Premio Mies van der Rohe, es el único que trasciende con cierta notoriedad a los medios de comunicación generalistas. De ahí, que la expectación por conocer a los ganadores de 2015 fuese grande, algo a lo que contribuyó la puesta en escena de un galardón bienal que, por primera vez desde su creación en 1988, se ha fallado en directo ante los finalistas.
En esta edición el jurado presidido por el italiano Cino Zucchi —al que acompañaron Margarita Jover, Lene Tranberg, Peter L. Wilson, Li Xiangning, Tony Chapman y Hansjörg Mölk— concedió el premio dotado con 60.000 euros al auditorio de la Filarmónica de Szczecin (Polonia), del dúo italoespañol Barozzi Veiga, afincado en Barcelona. La obra —del que el jurado ha destacado su carácter de «monumento contemporáneo»— es la primera de Fabrizio Barozzi y Alberto Veiga fuera de España, y destaca por su geometría facetada de piezas cristalinas, muy poderosa desde el punto de vista formal y urbano (véase Arquitectura Viva 173).
La concesión del premio al auditorio en Szczecin —que se impuso al Museo de Arte de Ravensburgo de Lederer Ragnarsdóttir Oei; el Museo Marítimo de Dinamarca de BIG; la Bodega Antinori de Archea Associati, y el Centro de Estudiantes Saw Swee Hock de O’Donnell & Tuomey— se ha complementado con la Mención Especial Arquitecto Emergente, dotada con 20.000 euros, que en esta ocasión ha recaído en otro estudio afincado en Barcelona, Arquitectura-G (Jonathan Arnabat, Jordi Ayala-Bril, Aitor Fuentes e Igor Urdampilleta), por su Casa Luz en Cilleros (Cáceres), una cuidadosa y elegante intervención en una vivienda tradicional.