Hormigón. Pétreo y pictórico
El hormigón es el material terreno. La piedra artificial sobre la que se cimenta la arquitectura moderna es también la materia misma del edificio cuando éste no quiere ser transparente ni orgánico. La compacidad del hormigón, que esconde la trabazón de los nervios de hierro y que permanece impasible sin mostrar los esfuerzos que absorbe, ha sido una cualidad apreciada en distinto grado por los arquitectos. Demasiado modesta, sólo era aceptada por los amantes de una arquitectura ruda o pobre. La desnudez utilitaria del hormigón, con su presencia adusta en las calles, ha servido de fondo neutro a todos los graffiti de las ciudades durante décadas. Pero al igual que la piedra, el cemento soporta mal la pintura y prefiere envejecer de musgo y liquen como el granito.
Materia sin forma propia, recibió durante mucho tiempo su excelencia del grano de sus áridos o de la veta del encofrado; de la referencia al proceso industrial tan querida para los modernos, de la huella de su origen. Pero la poética del encofrado pasó y el hormigón se quedó como un producto discreto y nada romántico, cada vez más obediente al cálculo y al control de calidad. Y por su parte el hormigón suizo se convirtió, como el chocolate, en un producto estándar, pulcro y siempre bien ejecutado, orgullo de la obra civil correcta y sólida...[+]