(1906-2005)
Pocos años ha sobrevivido Philip Johnson a su siglo, el XX, muchos de cuyos derroteros arquitectónicos no pueden entenderse sin su omnipresente figura. Nacido en Cleveland, Ohio, en 1906, estudió humanidades en Harvard y descubrió la arquitectura moderna en un viaje a Europa. Designado director del departamento de arquitectura del MoMA en 1930, Johnson organizó junto a Henry-Russell Hitchcock la exposición titulada ‘El Estilo Internacional’, que en 1932 abriría las puertas de Estados Unidos a la vanguardia del viejo continente y acuñaría una denominación para los posteriores desarrollos de ese germen moderno en Norteamérica. En 1943 regresó a Harvard para estudiar arquitectura con Walter Gropius y Marcel Breuer, y en 1949 terminó la Glass House, una casa enteramente de vidrio donde puso de manifiesto su devoción por Mies van der Rohe. Con él colaboró en el proyecto del edificio Seagram, cuyo restaurante Four Seasons fue una suerte de ‘despacho paralelo’ desde el que Johnson también orquestó cambios de gustos y tendencias a lo largo de cinco décadas. Su biografía profesional atravesó casi todas las etapas del siglo, con una fase clasicista en la que dejó obras como el teatro del Lincoln Center (1960-1964); otra posmoderna en la que destaca la torre que diseñó para AT&T (1978-1983); y otra deconstructivista de la que forman parte las torres inclinadas de la madrileña plaza de Castilla (1991-1995), construidas junto a su entonces socio John Burgee. Este último viraje estilístico, inspirado por la vanguardia rusa, fue sancionado con otra exposición que Johnson organizó junto a Mark Wigley de nuevo en el MoMA, en 1988. Pero el mejor resumen de su intensa trayectoria y de sus cambios de sensibilidad estética sea tal vez la serie de construcciones que el arquitecto fue incorporando a su finca de New Canaan, donde había realizado aquel primer prisma de cristal y donde falleció a los 98 años. La primera ampliación y el jardín del MoMA, las torres del Pennzoil Place en Houston o la Catedral de Cristal en Garden Grove, cerca de Los Ángeles, son otras obras que llevan su firma y que le hicieron acreedor al premio Pritzker en 1979. El retiro de los últimos años no supuso el olvido de Johnson, quien habló públicamente de su homosexualidad y se arrepintió de sus simpatías nazis de juventud. El mismo biógrafo de su admirado Mies, Franz Schulze, publicó en 1994 un relato de su vida que alcanza a reflejar la auténtica dimensión del personaje.