Necrológicas 

Aprendiendo de todo

Robert Venturi, 1925-2018

Peter Eisenman 
31/10/2018


Nunca estuvimos muy unidos. Nos conocimos, recuerdo, en la primera reunión de la CASE, celebrada en Princeton en 1964. La mayoría de los arquitectos jóvenes estuvo allí: Richard Meier, Michael Graves, Jaquelin Robertson, Richard Weinstein, Hank Millon, Stan Anderson, Giovanni Pasanella, Colin Rowe, Kenneth Frampton y Vincent Scully. Fue una reunión memorable en la medida en que a la mañana siguiente al primer debate nocturno, Venturi y Scully se fueron, argumentando que lo que querían hacer era construir, no hablar. Su partida supuso una división en la arquitectura estadounidense que duró cuarenta años; una división que a menudo se ha descrito como de lo moderno contra lo posmoderno, de lo blanco contra lo gris, de Europa contra América. A Venturi se le quiso ver en uno de los polos; a mí, en el opuesto. En otras palabras: yo era el pato, y él galpón decorado. Fueron este tipo de ideas las que nos separaron, aunque, con ocasión de mi colaboración con Vittorio Gregotti en la Biennale de 1976, invitamos a participar a Bob y a Denise Scott Brown.

Esta división explica por qué mi recuerdo más reciente de Bob me resulta tan conmovedor. Estábamos en Estambul, en el congreso de la UIA de 2005; tanto nosotros como Zaha Hadid íbamos a participar como conferenciantes. Bob y Denise nunca habían visto Santa Sofía; fui con ellos y, en el último momento, se nos coló Zaha en el taxi que nos llevaba a la mezquita. Un fotógrafo también nos acompañaba. Como los cuatro parecía que hacíamos un grupo equilibrado, nos pidió una foto conjunta. Rápidamente colocó las sillas en fila, pero me sorprendió bastante que Bob hiciera un discreto aparte conmigo, en lo que me pareció un movimiento bastante conspirativo: «Peter», me dijo, «no puedo dejar que Denise se fotografíe junto a Zaha, déjame intervenir.» Así que, cuando se nos pidió que nos sentáramos, Bob consiguió colocarme entre Denise y Zaha, para evitar la situación.

Este era el Bob inteligente que muchos de ustedes conocieron y apreciaron, aunque, debido a las diferencias ideológicas, Bob probablemente nunca supo cuánto significaba para mí y para otros de los New York Five. Complexity and Contradiction, un texto deslumbrante, siempre estuvo entre los primeros de los libros que recomendaba a mis alumnos, por su modo de relacionar ejemplos dispares de la arquitectura europea, desde el Manierismo y el Barroco tardío hasta los poco conocidos casos de anacronismos modernos. La casa para su madre es uno de los diez edificios canónicos analizados en mi libro del mismo título. Por su parte, la casa Vanna Venturi es el ejemplo más señero de una manera de hacer arquitectura ajena a la corriente dominante de su tiempo; como escribí en Ten Canonical Buildings, es «el primer edificio estadounidense en proponer una ruptura ideológica con la abstracción moderna sin dejar de estar enraizada en la tradición». Más es más.

Bob fue importante para los Estados Unidos e importante para la arquitectura. Junto con Rossi, Stirling y Ungers, formó parte de una generación incomparable de importantes diseñadores, y tanto él como Rossi escribieron textos fundamentales, aunque diferentes. La inteligencia de Bob produjo el primer libro de teoría crítica de la arquitectura estadounidense, aunque a él le gustara pensar que sus edificios eran ‘tontos’. Le admiré por esas cualidades. Su muerte señala el final de una época, pero se le echará de menos. 


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