Byung-Chul Han, el popular filósofo surcoreano afincado en Berlín, publica un nuevo libro La sociedad paliativa.
“¡Cuéntame qué es para ti el dolor y te diré quién eres!”. Esta frase de Ernst Jünger se puede aplicar al conjunto de la sociedad. La relación que tenemos con el dolor revela el tipo de sociedad en que vivimos. Los dolores son señales cifradas. Contienen la clave para entender la respectiva sociedad. Por eso toda crítica social tiene que desarrollar su propia hermenéutica del dolor. Se nos escapa el carácter de signo en clave que tiene el dolor si dejamos que solo la medicina se ocupe de él.
Hoy impera en todas partes una algofobia o fobia al dolor, un miedo generalizado al sufrimiento. También la tolerancia al dolor disminuye rápidamente. La algofobia acarrea una anestesia permanente. Se trata de evitar todo estado doloroso. Entre tanto también las penas de amor resultan sospechosas. La algofobia se extiende al ámbito social. Cada vez se deja menos margen a los conflictos y las controversias, que podrían provocar dolorosas confrontaciones. La algofobia domina también la política. (...). En lugar de discutir y luchar por alcanzar argumentos mejores, uno cede a la presión del sistema. Se está propagando y asentando una posdemocracia que es una democracia paliativa. Por eso Chantal Mouffe exige una “política agónica” que no rehúya las confrontaciones dolorosas. La política paliativa no es capaz de tener visiones ni de llevar a cabo reformas profundas que pudieran ser dolorosas. Prefiere echar mano de analgésicos, que surten efectos provisionales y que no hacen más que tapar las disfunciones y los desajustes sistemáticos. La política paliativa no tiene el valor de enfrentarse al dolor. De esta manera, todo es una mera continuación de lo mismo...
El País: Pensamos que el dolor es de débiles. Y nos equivocamos