El témenos y el belvedere
Impertérrito ante las modas, Alberto Campo Baeza ha mantenido su fe en la pureza platónica de su singular arquitectura, y la ha enriquecido merced a su interés reciente en dos paradigmas consagrados por el tiempo: el témenos y el belvedere. Desde el punto de vista existencial, el témenos sería principalmente táctil, y el belvedere, visual; y en tanto que el primero se experimentaría por medio del movimiento del cuerpo a través de la masa estática de la plataforma estereotómica, el segundo surgiría de la visión lejana desde una atalaya. Otras condiciones existenciales cualificarían nuestra experiencia de tales arquetipos: el refugio existencial de la casa, y el silencio eterno de la tumba. Lo primero aparece en la elegante y neopalladiana Casa Rotonda, que describiremos enseguida; lo segundo se evidencia en la propuesta de 2016 para una tumba de hormigón situada sobre un podio del mismo material y dotada de una puerta maciza, también de hormigón, en el Cementerio de Capoluogo en Venecia: un volumen de 2x2x2 metros, iluminado mediante ventanas en las esquinas, y cuyo formato Campo Baeza ha continuado explorando en otro espacio conmemorativo, el pabellón Robert Olnick que amplía el Magazzino Museum en Cold Spring, Nueva York...
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