«El otro día me puse a contar cuántos aviones había pilotado, desde un ultraligero a un Spitfire (un caza monoplaza), pasando por un Cessna Citation (un jet privado). Casualmente, sumaban 75». Así que Norman Foster, que cumplió 75 años en junio de 2010, decidió hacer una maqueta de cada uno de ellos para colgarlas en su museo particular, situado en su residencia suiza, un château del siglo XVIII rodeado de viñedos, a medio camino entre Lausana y Ginebra.

Las maquetas de los aviones sobrevolarán su colección de grandes vehículos del siglo XX, seleccionados tanto por su ingeniería como por su belleza aerodinámica; muchos de ellos parecen versiones aladas o con ruedas de los edificios más innovadores de Foster. «Ahora mismo estoy restaurando un Citroën Sahara, diseñado para moverse por las dunas del norte de África. También estoy pensando en adquirir un helicóptero Bell 47 como una de las estrellas de la colección. Y he mandado hacer una maqueta del dirigible alemán Graf Zeppelin»...