Opinión 

Nómadas digitales

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Juan Villoro 
29/05/2024


Algunas ciudades mueren de éxito; se vuelven tan atractivas para los turistas que expulsan a sus habitantes. Barcelona, París y Florencia se han convertido en sitios que se exhiben a sí mismos: no se distinguen por generar vida urbana, sino por representarla con la lógica del museo o el parque temático. Su belleza es innegable, pero han perdido la improvisada creatividad que alguna vez hizo que ahí los ladrillos se ordenaran de otro modo.

Luis Fernández-Galiano, notable intérprete de la arquitectura y el urbanismo, describe de este modo los espacios pensados para el espectador, no para el inquilino: «Construimos ficciones replicando edificios, mimetizando ambientes y escenografiando relatos», señala en su libro Textos críticos. La ciudad se despliega como un espectáculo para el paseante que paga por verla.

La Ciudad de México es menos cotizada como bastión del turismo, pero experimenta cambios que vale la pena mencionar. Algunas colonias se han vuelto merecedoras de una palabra tan desagradable como la realidad que describe: «gentrificación». Los inmuebles que eran habitados por gente del barrio se remodelan en busca de otros clientes. Esta tendencia mejora el paisaje urbano, activa el consumo y trae sugerentes opciones que van de las clases de yoga a la comida vegana, pero no todos pueden pagar por vivir ahí...

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