A los pies del imponente macizo del Sciliar, en los Alpes Dolomitas, un popular hotel se ha ampliado con diez nuevas suites agrupadas en un conjunto independiente de dos pisos que emula las casas-árbol. Para no interrumpir la continuidad del centenario parque que circunda el complejo —el orgullo de los dueños—, las habitaciones se separan tres metros del terreno y se apilan unas junto a otras con el fin de ocupar la mínima superficie posible, en un ligero ángulo que proporciona a cada alojamiento un punto de vista único del montuoso entorno. Asimismo, tanto en el revestimiento exterior como en los acabados de las estancias se ha empleado una madera de alerce gris que armoniza con el paisaje.