Sostenibilidad  Entrevistas 

Monstruos termodinámicos: un diálogo

Eduardo Prieto 
31/10/2014


A Iñaki Ábalos y Renata Sentkiewicz les gusta dejar claro que su trabajo conjunto no comenzó en 2006 —tras la disolución de Ábalos & Herreros—, sino en la etapa previa de Sentkiewicz en el estudio. Por ello, no les cuesta reconocer lo mucho que deben a aquella época, y suelen poner el énfasis más en las continuidades que en las rupturas. Sin embargo, resulta evidente que hay cosas que han cambiado. Es cierto que perdura aquel irrenunciable compromiso con la técnica que, heredado de su maestro Alejandro de la Sota, supieron hacer suyo Iñaki Ábalos y Juan Herreros. Pero otros temas de entonces, como la fascinación por lo pintoresco —tratada hasta ahora como una cuestión más bien intelectual—, se han convertido en verdaderas herramientas de proyecto, adquiriendo un protagonismo que ha crecido en paralelo al de nuevas preocupaciones, como el proyecto de traducir la sostenibilidad a un lenguaje que vaya más allá del banal funcionalismo, o la búsqueda de prototipos de usos mixtos que resulten válidos en los escenarios inéditos de la globalización. Todo ello con un lenguaje más orgánico y desinhibido, y con una aptitud cosmopolita que está a gusto en lugares muy distintos, ya sea Madrid, Taipei, Biobío o, por supuesto, Harvard, de cuya escuela de arquitectura Ábalos es decano desde 2013. La entrevista comienza, precisamente, tirando de este hilo...

En Harvard

EP: Me gustaría comenzar por el final, y preguntar sobre vuestra experiencia en Harvard. ¿Cómo se ve la arquitectura española —afectada hoy por el desánimo, incluso por un cierto masoquismo— desde la perspectiva norteamericana?

IA: Es cierto, y se ha dicho mil veces, que la arquitectura española tiene un prestigio evidente y, sin duda, legítimo, fuera de España. No sólo por todo lo que se ha conseguido a lo largo de estos años, sino por el modo en que se ha hecho. En este sentido, fuera sorprende mucho la capacidad de los arquitectos españoles para desarrollar complejos encargos públicos a una edad en la que los profesionales de otros países ni siquiera han terminado la carrera. Con todo, el peligro para la arquitectura española es quedarse ensimismada, ser incapaz de desarrollar más allá de la dimensión local líneas de investigación que tengan una proyección de futuro, que se alejen de lo ya conseguido. Es ahora cuando se puede notar más la debilidad de los discursos teórico-prácticos, en el sentido de que hemos sido todos incapaces de dar con una forma de trabajo que sea, por ejemplo, exportable...


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