México, la persistencia de la tradición

Miquel Adrià 
31/08/2009


La riqueza de la arquitectura mexicana contemporánea proviene de su diversidad. Diversidad como capital, no como poupurri de oferta sin identidad, sino como entrecruce de generaciones, estilos y filias. Si en otros países latinoamericanos destaca la generación emergente —Chile, por ejemplo— o la continuidad con la modernidad clásica durante generaciones —el caso brasileño—, en México coexisten arquitecturas que conectan con su historia prehispánica, colonial o moderna y las que participan activamente en la construcción del discurso global. Arquitectos octogenarios como Teodoro González de León, que sigue produciendo notables obras herederas de su paso por el Taller de Le Corbusier o Ricardo Legorreta —estandarte de la mexicanidad—, que está a punto de iniciar con Richard Rogers la construcción de uno de los edificios más altos de la capital para la nueva sede del BBVA Bancomer, comparten escenario con las construcciones origámicas de Michel Rojkind, los hongos termonucleares de Fernando Romero —paradigmas de la nueva generación globalizada—, las tecnologías de mercado de Enrique Norten o las estructuras tectónicas de Alberto Kalach. Obras como el Edificio Reforma 222 de Teodoro González de León, que reactivando la avenida dorsal de la ciudad agrupa viviendas, oficinas y un centro comercial; el nuevo Hotel Camino Real en Monterrey de Legorreta & Legorreta; el Centro de las Artes en Zamora de Francisco Serrano, Susana García Fuertes y Juan Pablo Serrano; el Hotel O dos (Grupo Habita) en Monterrey de Agustín Landa; o el Edificio Américas de TEN Arquitectos en Guadalajara evidencian la salud creativa y productiva de los grandes nombres de la arquitectura nacional repartidos por toda la República...
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