Materia oscura

William Curtis 
01/01/2015


En una época que disfruta con el ir y venir de eslóganes, es necesario recordar que la primera tarea de la crítica es responder a las obras realizadas. Nada puede reemplazar la experiencia directa de conocer los edificios e ir comprendiendo gradualmente los conceptos, las imágenes y las inspiraciones que se esconden tras ellos. La evaluación debe tener en cuenta el desarrollo de la obra y de las tareas del arquitecto, así como la toma de decisiones a lo largo del proceso de diseño. Inevitablemente, existen puntos de conflicto en esta trayectoria, algunos mejor resueltos que otros. La crítica necesita penetrar bajo la superficie de un edificio para comprender su anatomía conceptual antes de considerar el éxito o el fracaso que hayan podido tener en su modo de traducir los conceptos en espacio, forma y material.

La cuestión de la ‘idoneidad’ se cierne inevitablemente sobre este objetivo, aunque para ello no existen recetas claras en esta época caracterizada por el extremo pluralismo de expresión. Por supuesto, es también una misión de los edificios el resolver los problemas prácticos y humanos con la estructura y los medios materiales apropiados. Pero más allá del pragmatismo está el mundo de los significados, donde es normal que se combinen diferentes niveles, desde lo evidente a lo hermético. La arquitectura existe, entre otras cosas, para elevar nuestras experiencias hacia esferas superiores. Uno de los objetivos de la crítica es, ciertamente, evaluar el valor a largo plazo de una obra, no sólo con respecto a la arquitectura contemporánea y las necesidades actuales de la sociedad, sino también en relación con la historia de la arquitectura en un sentido más amplio...[+]


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