Erik Bryggman (1891-1955)
Entre dos tradiciones
Una de las claves más poderosas de la sensibilidad de Erik Bryggman reside en sus apuntes de viaje. Para él, los edificios nunca estaban separados realmente del paisaje circundante; en 1923, en un artículo sobre arquitectura rural, escribía: «Deberíamos entender que la belleza no es un velo misterioso tendido sobre un edificio, sino el resultado lógico de tener todo en el lugar adecuado.»
Los mejores edificios de Bryggman producen una sensación de sosiego humano, una falta de polémica que es al tiempo su fuerza y su debilidad. Incluso sus asimilaciones del ‘funcionalismo internacional’ (como la Villa Warén, en Runsala, Ábo, 1932-1933) daban como resultado obras de cierta irregularidad topográfica bastante distintas de los prototipos en los que se inspiraban. De hecho, los cambios patentes en su estilo externo esconden una extraordinaria coherencia en su planteamiento de diseño. Si se olvidan las diferencias evidentes entre los edificios de expresión clásica y los que llevan puesto un uniforme moderno, es sorprendente su constante actitud frente a la planta, la geometría y la colocación...[+]