Paisajes míticos
Siempre hay un primer punto de contacto con un arquitecto. Mi descubrimiento personal de Wright tuvo lugar una lluviosa tarde de noviembre en la biblioteca pública de Marylebone (Londres), hace unos treinta años, cuando encontré un librito de bolsillo sobre su obra. El texto no me interesó nada, pero un dibujo en particular me dejó marcado para siempre: era un delicado croquis de una casa que Wright había presentado a Sullivan para conseguir trabajo. Había algo referente a las incisiones ligeras y angulares de las cubiertas, medio ocultas por la vegetación, que despertó en mí algunos recuerdos personales. Yo diría que no era un edificio lo que estaba viendo. Era, más bien, un diminuto jeroglífico de la imaginación de otra persona: una destilación de tipo poético que provocaba resonancia gracias al trazado directo de las líneas con una determinada relación…[+]