Libros 

La óptica francesa

Otra historia del siglo XX

Luis Fernández-Galiano 
30/06/2012


Cada nueva historia se mide con las anteriores, y esta no es una excepción. De hecho, Jean-Louis Cohen menciona a sus predecesores, y en pocos casos con simpatía: hasta los años 1970, las historias de Sigfried Giedion, Bruno Zevi, Henry-Russell Hitchcock y Leonardo Benevolo «perpetuaron una visión de la arquitectura moderna que daba prioridad al carácter radical de sus innovaciones»; y en la generación siguiente, Kenneth Frampton, William Curtis y Alan Colquhoun publicaron historias «igualmente comprometidas con la celebración de la modernidad». Sólo Reyner Banham, Manfredo Tafuri y Francesco Dal Co, en opinión de Cohen, propusieron lecturas más subversivas o más conscientes de los factores ideológicos, tal como Adrian Forty o Anthony Vidler han desvelado con sus análisis semánticos o historiográficos.

En contraste, el autor de esta historia intenta mostrar «las continuidades que caracterizan la arquitectura moderna», evitando la narrativa épica centrada en los ‘maestros’ (de hecho, solamente dos de ellos, Mies van der Rohe y Le Corbusier, se mencionan en los títulos de los capítulos), subrayando la conexión entre los programas arquitectónicos y lo que llama «las necesidades de las clases sociales explotadas», y ampliando también las fronteras de la arquitectura para incluir el arte, el urbanismo y la tecnología, en una visión de esta disciplina como ‘campo expandido’ que remite al célebre ensayo de Rosalind Krauss sobre la escultura.

Basado en los cursos que el autor viene impartiendo en la New York University desde 1994, el texto —editado por Joan Ockman con su habitual elegancia y precisión— reproduce la estructura fragmentada de los ciclos de conferencias, y se ilustra con una secuencia gráfica poco común, presidida por un gran número de fotografías a doble página que hibridan el manual académico con el coffee table. En la selección de las imágenes, Cohen ha procurado complementar las habituales representaciones de edificios con una refrescante selección de portadas de libros o revistas, exposiciones varias y reuniones de arquitectos, entendiendo que las publicaciones, las muestras o los congresos son una parte integrante de la cultura arquitectónica que merece ocupar su lugar en el relato.

Por desgracia, la diagramación del libro no saca partido del rico material visual disponible, que se reproduce desmesurado o diminuto sin una conexión óptima con el texto, y que valora a página completa imágenes tan desconcertantes como una torpe sección de la Unité que no puede ser de mano de Le Corbusier —por más que provenga de los archivos de la Fundación—, o tan equívocas como la concentración frente a la Casa del Fascio en Como, una fotografía tomada el 7 de mayo de 1936 —día en que se hizo pública entre el júbilo popular la anexión de Etiopía—, publicada en la prensa local y manipulada posteriormente por la revista Quadrante para completar la multitud y eliminar de la fachada la bandera italiana y un retrato de Mussolini con casco de combate, una imagen histórica retocada que el pie describe aquí erróneamente como un fotomontaje.

De forma quizá inevitable, el texto concede un gran protagonismo a la arquitectura de Francia, así como a la de sus antiguas colonias en el norte de África. Ya desde el título, que señala el inicio de lo que confusamente llama «el futuro de la arquitectura» en 1889 —fecha de la Exposición Internacional de París que conmemoró el centenario de la toma de La Bastilla, y cuyo legado más icónico habría de ser la torre Eiffel— la narración atribuye una importancia capital a todo lo francés, desde Tony Garnier, Henri Sauvage, Auguste Perret, Eugène Freyssinet, Robert Mallet-Stevens o André Lurçat hasta Jean Nouvel, que junto a Frank Gehry, Rem Koolhaas y Herzog & de Meuron son las cuatro oficinas que jalonan «las fronteras de la arquitectura» en el capítulo que cierra el volumen.

Acaso en consonancia, la presencia de la arquitectura española es casi testimonial: un epígrafe dedicado al modernismo catalán, otro a la ‘modernización ibérica’ durante los años 1930 (con una pequeña imagen de la Casa Bloc), y un tercero sobre ‘Moneo e Iberia’ (con tres fotos reducidas del museo de Mérida, la catedral de Los Ángeles y el Moll de la Fusta de Manuel Solà-Morales), amén de una imagen del Bofill francés en el capítulo de la postmodernidad, otra de Calatrava —presentado como ingeniero— en Toronto, y un escueto croquis de Miralles bajo la rúbrica deconstructivista. En una obra con 600 ilustraciones, ninguna corresponde a José Antonio Coderch, al que se cita como Josep Antoni; y entre las más de 4.000 menciones no hay ninguna de Miguel Fisac o Alejandro de la Sota, por mencionar sólo a tres arquitectos cuyo centenario celebramos en 2013. Pero para Cohen tampoco existen Francisco de Asís Cabrero, Francisco Javier Sáenz de Oíza, José Antonio Corrales, Ramón Vázquez Molezún, Antonio Fernández Alba o Juan Navarro Baldeweg. No parece proporcionado, cuando Victor Gruen, Eladio Dieste, Luigi Moretti, Claude Parent, Charles Moore, Giancarlo De Carlo, Luigi Snozzi o Toyo Ito reciben el homenaje de la foto a doble página, y Carl Rubin, O’Donnell & Tuomey o Sauerbruch Hutton ven sus edificios reproducidos a página entera.

Cohen se manifiesta deudor de los métodos historiográficos de Fernand Braudel, pero por desgracia no alcanza las alturas literarias del fundador de la Escuela de los Annales. La multitud de menciones y referencias no llegan a engarzarse en un texto de aliento único, y su fenomenal erudición no acierta a componer un relato convincente. La propia editorial Phaidon publicó en 1982 un volumen de tamaño similar (revisado y ampliado en 1987 y 1996) que cubre sustancialmente el mismo periodo —William Curtis, Modern Architecture Since 1900—, y al que The Future of Architecture Since 1889 parece proponerse reemplazar. No creo fácil ese propósito, por más que el énfasis de Cohen en la estética de la recepción de Hans Robert Jauss y la noción de capital simbólico acuñada por Pierre Bordieu lo haga intelectualmente seductor, y por más que esté salpicado de informaciones e imágenes sugerentes: aún ajado en su enfoque y necesitado de una puesta al día, el libro de Curtis está escrito con mejor ritmo y diagramado más sensatamente, por lo que sería todavía la obra que un profesor recomendaría a sus estudiantes.  


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