José Ramón Azpiazu no ha podido recibir mejor regalo en su octogésimo cumpleaños. El canódromo madrileño de Carabanchel —largo tiempo amenazado de demolición tras una azarosa vida como velódromo sin estrenar y como hogar de indigentes— iniciaba el pasado mes de abril, tras una rehabilitación de quince meses, su nueva andadura como campo de fútbol del club del distrito. Se salva así una pieza importante de la modernidad madrileña más reciente y uno de los principales hitos de la producción de este arquitecto nacido en Soto- Iruz, Santander, en 1927, que ha puesto su vocación estructural y su pasión constructiva al servicio de una trayectoria solvente y callada, cuyos momentos más brillantes han estado siempre ligados a los desafíos estructurales de mayor envergadura... [+]