Es posible que a Fruto Vivas se le etiquete a vuelapluma como el arquitecto de Hugo Chávez, pero lo cierto es que además de apoyarlo y trabajar para él —como en su ambicioso programa habitacional Gran Misión Vivienda Venezuela o, en última instancia, su mausoleo—, a su vez fue respetado por los sectores de la oposición y su pérdida el 23 de agosto se sintió en todo el país. Se inició en el oficio en la próspera Caracas de Pérez Jiménez, donde levantó con Torroja el Club Táchira y trabajó con Niemeyer en un frustrado proyecto de museo: prometedores inicios de una trayectoria que se extendería por el país y por las décadas, labrándole un éxito que culminaría en el año 2000, cuando ideó el pabellón patrio de la Expo de Hannover, una floreada construcción de tecnológico tropicalismo.[+]