El pasado 16 de junio falleció a los 84 años Charles Correa, maestro de la arquitectura moderna en la India. Hijo de una pareja acomodada de Goa (de ahí su apellido portugués), Correa sintió una temprana vocación por la arquitectura (que él asociaba a sus juegos con maquetas de trenes), que le llevó de la Universidad de Bombay a la de Michigan, donde terminó sus estudios antes de posgraduarse en el MIT en 1955 y fundar su estudio en Bombay en 1958. Con un pie en Occidente y otro en la India, Correa supo acrisolar lo mejor de las dos tradiciones en una arquitectura contemporánea pero enraizada en la tipología y la construcción vernácula. Son rasgos que se advierten ya en la primera de sus obras, el Memorial dedicado a uno de sus héroes, Mahatma Gandhi (1963), construido con ladrillo y cubiertas inclinadas, y estructurado en torno a patios por mor de la ventilación natural. En esta obra, Correa encontró las semillas de un lenguaje propio y la posibilidad de una arquitectura anclada en la tradición sin dejar de ser abstracta, un programa que iría desarrollando en sus obras posteriores, algunas tan singulares como la torre Kanchanjunga en Bombay (1983), de 85 metros de altura y cuyos apartamentos dispuestos a diferentes niveles permiten la ventilación cruzada. Además de construir obras emblemáticas, Correa se comprometió con los problemas urbanos y la construcción de bajo coste, aunque su empeño no tuvo gran fortuna. Reconocido dentro y fuera de su país, el maestro indio recibió la Medalla de Oro del RIBA en 1984 y el Praemium Imperiale en 1998.