Firmitas contemporánea

Sostenibilidad energética y social

31/03/2018


Jacques Tatí, Playtime (1967)

El problema del urbanismo moderno ha sido un problema de ‘centros’ y ‘periferias’: el problema de los centros de la ciudad tradicional, caliginosos y malolientes, que había que ‘sanear’, ‘limpiar’ o ‘desinfectar’; y el problema de las periferias nuevas que había que crear de la nada, extendiendo por los terrains vagues las tramas eficaces y productivas de la urbanización capitalista. Pero el tiempo, con su doble ímpetu entrópico y memorioso, no ha pasado en vano: nos ha hecho comprobar, con cierta sorpresa, que ni los centros son tan sucios e ineficaces como los planificadores modernos pensaban, ni las periferias son tan mezquinas y faltas de identidad como los críticos de la modernidad creían. Además, el paso del tiempo nos ha hecho constatar otro hecho insoslayable: que las periferias ‘modernas’ ya no son ‘nuevas’, y que, de hecho, con frecuencia necesitan de tanta rehabilitación como los centros presuntamente históricos que, conservados por las leyes patrimoniales, saneados por el interés gentrificador y abrillantados por mor del turismo, suelen lucir más que muchos barrios dormitorio apenas tocados desde hace décadas.

Este número de Arquitectura Viva se centra precisamente en estos barrios de condición anónima, construidos a golpe de bloque residencial durante los años heroicos de la planificación moderna; barrios y bloques obsoletos desde el punto de vista social y energético, pero que en ocasiones poseen una trama de admirable rigor geométrico, cuando no una no menos admirable implantación espacial y paisajística. Entre los muchos ejemplos disponibles, se han seleccionado cuatro edificios situados en países europeos, que se presentan con detalle en las páginas que siguen. Todos muestran la misma vocación por evitar las demoliciones innecesarias y potenciar las virtudes preexistentes, sin renunciar a introducir cambios tipológicos, espaciales, constructivos y medioambientales que aseguren que el edificio sobre el que se ha intervenido pueda durar, al menos, una vida más. Un modo distinto de alcanzar aquella firmitas que, para Vitruvio, constituía uno de los tres pilares de la arquitectura.


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