El del módulo prefabricado, ligero y transportable ha sido un tema con frecuencia investigado por la arquitectura moderna, pese a que su implantación en la realidad haya sido más bien modesta, por no decir que anecdótica. La nómina de este tipo elemental podría acaso comenzar con el refugio de Charlotte Perriand en los Alpes saboyanos (véase Arquitectura Viva 139), continuar con experiencias en viviendas modulares como las de Wachsmann/Gropius, Marcel Lods o Jean Prouvé (véase AV Monografías 149) y terminar, por ejemplo, con Diogene, la cabaña tecnológica que Renzo Piano ha diseñado para Vitra (véase Arquitectura Viva 154). El catálogo puede ahora ampliarse con el módulo para situaciones de emergencia que la compañía sueca IKEA ha desarrollado en colaboración con la ONU para dar servicio a las necesidades de habitabilidad básica que demanda ese 10% de la población mundial que, según la propia ONU, vive hoy en campos de refugiados.
Concebido para reemplazar la solución convencional con tiendas tradicionales —que en muchos contextos resultan climáticamente inadecuadas y poco duraderas—, el refugio de IKEA para cinco ocupantes está formado por paneles laminados de material polimérico, muy ligeros, que se fijan a un entramado metálico de tubos, nudos y tensores. El efecto térmicamente aislante de los paneles —diseñados para durar más de tres años— puede complementarse, si la situación lo requiere, con una segunda piel textil de acabado reflectante y separada unos centímetros de la cubierta para formar una cámara ventilada que permite disipar de manera natural las cargas térmicas debidas a la radiación solar. Con todo, la prestación más característica del módulo es su facilidad de montaje —se instala en sólo cuatro horas—, lo cual hace viable tanto su transporte hasta entornos remotos como su implantación en situaciones de emergencia real. Como si fuese un producto más de IKEA, todo el conjunto se presenta embalado en una caja de unos 2,5 x 2 metros.
La multinacional sueca ha invertido hasta el momento unos 3 millones de euros en el proyecto, y probará el prototipo en las 50 unidades que prevé instalar en el campo de refugiados somalíes de Dollo Ado, en Etiopía.