Actualidad 

Nueva sede del Consejo Europeo

El huevo en la geoda

30/03/2017


Los edificios pueden acabar siendo un arma arrojadiza. Fue el caso de la Basílica del Vaticano, convertida por Lutero en el símbolo de la degradación de la iglesia católica, y, salvando las distancias, lo es también la nueva sede del Consejo Europeo en Bruselas, que ha costado 320 millones de euros, y de la que David Cameron llegó a decir que le producía una «inmensa frustración». Ahora, meses después de que el Reino Unido votara por el brexit, el polémico edificio se ha inaugurado con un perfil bajo, quizá para evitar polémicas en tiempos poco propicios para la celebración. Sin embargo, la intervención no deja de ser notable. Proyectado por el estudio belga de Philippe Samyn en colaboración con los italianos Studio Valle, el edificio se apropia de un bloque de viviendas de los años 1920 y completa su manzana con una pieza organizada con eficacia pero cuyo mayor mérito es su imagen cambiante. Si durante el día predomina la filigrana de los 3.750 marcos de madera reciclados que componen la fachada, al anochecer la piel transluce un huevo revestido de vidrio donde se alberga el corazón funcional del edificio. Es un símbolo inquietante, quizá, del carácter permeable y a un tiempo opaco de la propia Unión Europea.


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