Docente y moderna

Crónica del panorama valenciano actual

Carmen Jordá 
31/08/2005


Colegio público en la Avenida Blasco Ibáñez de la capital de Manuel Portaceli

En 1998 las páginas de esta revista se dedicaban, por primera vez, a la arquitectura valenciana de manera prácticamente monográfica. Bajo el poético título ‘Luz de Levante’ (véase Arquitectura Viva 61) y aludiendo en portada a nuestras tres provincias, aquel número veraniego contemplaba un territorio extenso que, sin embargo, permitía detectar cierta generalización de estrategias, cuya continuidad en el tiempo invita a pensar en alguna hipótesis de partida sobre bases comunes de trabajo y, en ese sentido, la Escuela de Arquitectura de Valencia (con acusada orientación corbuseriana) podría estar actuando como un potente foco que irradia su propia influencia.

En efecto, el sólido entronque con el discurso moderno parece ser, entonces y ahora, el escenario de fondo sobre el que las mejores realizaciones profesionales se han ido sucediendo, tanto en el ámbito geográfico de la comunidad autónoma como en el de la capital, extrayendo sus autores las diferentes ideas de proyecto desde el estudio de tan fértil legado, todavía considerado un manantial inagotable de enseñanzas. La frecuente presencia de sistemas de control ambiental a modo de brise-soleils en las fachadas, la permanencia de modulaciones estrictas en la génesis de cualquier diseño, el evidente olvido de las cubiertas inclinadas, las preferencias hacia el color blanco y, ante todo, el gobierno casi absoluto de la ortogonalidad, incluso entre la generación más joven, redundan en esa dirección. Se diría que los arquitectos valencianos, en su mayoría indiferentes a las aventuras experimentales, se sienten cómodos circulando por el amplio cauce de la tradición, que los más cualificados entienden sin lastres nostálgicos, en su auténtico significado de memoria activa y creativa cuando puede recibir, en palimpsesto, las novedades de cada tiempo... [+]


Etiquetas incluidas: