Además de dirigir una de las más prestigiosas oficinas de arquitectura del mundo, David Chipperfield es, sin duda, un arquitecto especialmente apreciado en España, tanto por su hermosa y equilibrada obra, como por la amable sensación de proximidad que irradia una persona que pasa largas estancias en una pequeña aldea gallega, donde ha construido una suerte de segunda vida alejada de la urbe londinense, y desde donde lleva a cabo la intensa labor de defensa del entorno de la ría de Arosa que realiza su Fundación RIA.
Arquitectura Viva edita hoy una preciosa monografía, en edición bilingüe castellano-inglés, que presenta cronológicamente sesenta y cinco proyectos, desde el edificio Toyota en Kioto (1989) hasta el proyecto para las Procuradurías de Venecia (2017). Ampliamente documentados, todos ellos vienen acompañados con una serie de textos críticos firmados por varios autores, entre los que se debe citar a Luis Fernández Galiano —editor del volumen—, Sebastian Redecke, Deyan Sudjic, Flora Samuel, Deborah Berke y el querido y tristemente desaparecido Richad Ingersoll.
La monografía del estudio es una publicación fundamental para comprender la extensión y riqueza de la obra de este prolífico arquitecto de «corazón disciplinado», tomando prestadas las palabras del propio editor, cuyo trabajo se mueve entre la abstracción material y una refinada figuración que permite a sus obras establecer sutiles vínculos con la memoria de los diversificados lugares en los que se despliega su intenso trabajo profesional: un trabajo que se asienta en la firme voluntad de hacer convivir la innovación, propia de la modernidad, con la tradición, entendida como mecanismo de optimización material y formal. De este modo se establece una natural oscilación entre la continuidad con lo existente y una equilibrada discontinuidad formal, que le permite reinventar el lugar, para construir unas arquitecturas diferentes, pero que comparten un cierto aroma de familia.