Este estudio, interesante y didáctico, alterna rigor y documentación con otros valores añadidos que destilan un entendimiento de la arquitectura en concordancia con la sentencia de Mendes da Rocha: se debe pensar con la técnica, si se está preparado para ello, pues lo que aparece como técnica no es sino el pensamiento y la razón. Desde su doble condición de arquitecto y docente, destacado en ambos casos si no el mismo, confiesa García del Monte que debe a una conversación con el arquitecto brasileño el empleo en el título del término ‘conciencia’ frente al inicial ‘sentimiento’ arquitectónico del pretensado, en una defensa de la conciencia como crítica. Hubieran valido ambos, según se deduce de la lectura o de los proyectos referidos. Algún otro lector podría sugerir la sustitución de ‘pretensado’ por ‘técnica’, en plausible deseo de universalización.

El autor recuerda el pasaje simbólico en que Vilanova Artigas, protagonista también de este libro, recurría a la máxima de Perret: es preciso hacer cantar a los puntos de apoyo. Algo de eso hay en los apartados iniciales, dedicados a Freyssinet o a la escuela paulista, y en el contraste entre da Rocha y Artigas que precede a las conclusiones, rematadas con elocuente final circular, duelo de citas en comunión entre el ingeniero francés y el arquitecto de Vitoria. Entre esos dos apoyos extremos, en el núcleo central dedicado a Mendes da Rocha, como en una de esas plantas liberadas del arquitecto, el curso narrativo es certero a través del despliegue de epígrafes solapados —la planta liberada, cosas que pasan bajo un dintel, la fachada innecesaria, mecanismos de refuerzo de la gravidez— que en confesado paralelismo con los cinco puntos de Le Corbusier, señalan constantes en la obra del maestro brasileño sin pretenciosidad y con clarividencia, cabría decir que en la misma estela de la arquitectura que analiza y que resuelve con sencillez problemas complicados; consecuencia del conocimiento, en uno y otro caso.