Del uso termal de las aguas de Panticosa, en el Pirineo aragonés, hay noticias desde la época romana. Con la moda de ‘tomar las aguas’ se levantó a mediados del siglo XIX un balneario rodeado de hoteles y villas de recreo que, con el fin de la belle époque, cayeron en decadencia. En el año 2000, a iniciativa del grupo Panticosa Resort, se encargó a Rafael Moneo la rehabilitación del lujoso Gran Hotel y al estudio Moneo Brock la construcción de las Termas de Tiberio, un spa resplandeciente cuyo volumen escalonado se integra en la montaña, limitando así el impacto de los 8.500 metros cuadrados del programa, que consta de cuatro zonas: cabinas de tratamientos, piscinas, planta vip y área de restauración. Para lograr una fachada ondulante y translúcida se ha desarrollado una pieza especial de pavés de sección trapezoidal producida por la cristalera Seves. El conjunto termal tendrá como vecinos el Hotel Deportivo Victoria y un aparthotel, ambos proyectados por Álvaro Siza.