Recientemente terminado, el centro cívico-cultural proyectado por el estudio madrileño Exit Architects, puede concebirse como una especie de palimpsesto en el que conviven lenguajes arquitectónicos distintos. Surgida de la rehabilitación del edificio que antaño albergaba la Prisión Provincial —una construcción del siglo XIX y de estilo neomudéjar—, la nueva dotación está formada por dos estratos diferentes y complementarios entre sí: por un lado, la arquitectura de los cuatro pabellones preexistentes; por el otro, una serie de piezas que hacen de enlace entre ellos, configurando el perímetro del edificio y su nueva cara hacia la ciudad.
La intervención sobre los antiguos pabellones ha consistido en el vaciado de su interior, la restauración de sus muros de carga y la construcción de una estructura portante independiente de los anteriores. El conjunto se homogeneiza merced al tratamiento de las cubiertas, cuya geometría a dos aguas evoca las antiguas, pese a que su revestimiento ya no es de teja, sino de zinc. Una serie de enfáticos lucernarios, ligeros y translúcidos, cose y, finalmente, remata todas las piezas que forman el nuevo edificio.