
Cuando logras dejar atrás las hordas de turistas y por fin llegas a la antigua iglesia de San Marcos de Toledo, algo inquietante sucede al traspasar los cortinones negros de la entrada: de pronto, en la penumbra, aparece colgando de la pared la magia de las callejuelas de la judería, aún viva y llena de mercaderes; y una vista a vuelo de pájaro que muestra el corazón de la ciudad, abigarrada y geométrica, abrigo de tres culturas; y las cruces de las iglesias y templos —decenas y decenas de cruces de diversas formas, materiales y tamaños—, como si Toledo entero fuera una cruz más; y los cielos de tormenta bíblica, suspendidos al atardecer en la orilla del Tajo; y también la luz medieval, que se derrama sobre los transeúntes y envuelve su figura en la mitología alargada de los personajes del Greco...