Con la agudeza y la bonhomía que le caracterizaban, Arno Lederer decía que él intentaba evitar ‘la palidez cadavérica de la modernidad’. Acaso en la estela de Behrens, Poelzig y Mendelsohn, el arquitecto suabo trataba de conferir una sensualidad material que enriqueciese una arquitectura por otro lado pragmática y minuciosamente resuelta. Sin aventurarse más allá del oeste alemán, primero en solitario y luego en compañía de Jórunn Ragnarsdóttir y Marc Oei, concibió edificios de fachadas expresivas e investidos de una serena gravitas que subrayaba su dimensión cívica: un empeño que no cejó hasta su fallecimiento el pasado 21 de enero y que también defendió por medio de su brillante magisterio en las escuelas de Karlsruhe y Stuttgart.
LRO: Wir trauern um Arno Lederer