El 21 de diciembre falleció el arquitecto cacereño Dionisio Hernández Gil. Tras su paso por la Escuela de Arquitectura de Madrid y la Academia de Roma, la oportunidad de acometer la restauración del convento de San Benito en Alcántara fue una experiencia iniciática que le hizo entender el oficio como un sutil diálogo con la historia y le animó a dedicar su vida a la conservación de monumentos: una labor a la que también contribuyó desde el seno de las instituciones —fue director general de Bellas Artes y del Instituto de Patrimonio— y a la que se debe, entre otros, la recuperación de un hospital barroco como Asamblea de Extremadura o la renovación de las cubiertas del Prado.