1960. 20 de diciembre. 20:15 horas. Amsterdam. Una sala repleta en el Museo Stedelijk espera al artista de 40 años Constant Nieuwenhuys. Detrás del público se han situado un proyector de diapositivas y un magnetófono. Constant entra, se queda junto a los aparatos, y durante media hora da una conferencia sobre ‘urbanismo unitario’. Su tono es combativo.

Los arquitectos modernos son negligentes: han ignorado sistemáticamente la enorme transformación que en la vida cotidiana han supuesto las fuerzas gemelas de la mecanización y la explosión demográfica. Sus inagotables esquemas de ciudades jardín ofrecen fragmentos desesperadamente testimoniales de pseudonaturalezas con la intención de apaciguar a unos ciudadanos despiadadamente explotados. La ciudad moderna es un mecanismo encubierto para potenciar la productividad de sus habitantes, un gigantesco artefacto que destruye la misma vida que debería proteger. Semejante maquinaria de explotación seguirá creciendo hasta que una única estructura urbana ocupe toda la superficie de la tierra. La naturaleza ya ha sido sustituida; la tecnología es desde hace tiempo la nueva naturaleza y debe ser creativamente transformada para constituir el soporte de una nueva cultura. Los cada vez más traumatizados habitantes deben reconfigurar sus propios espacios para recuperar el placer de vivir. Ésta será su principal actividad cuando la automatización domine todas las formas de producción. El tiempo de ocio será el único tiempo. El trabajo da paso a una interminable representación colectiva en la cual entran en juego todas las fantasías... [+]


Included Tags: