Al sur del centro de Los Ángeles viven el cuarenta por ciento de los indigentes estadounidenses. Se concentran junto a los edificios de servicios sociales, alrededor de las tiendas y en plazoletas. Según las entrevistas, muchos viven aquí por elección; es la versión extrema de una DCI (Development of Common Interest) o ‘urbanización de interés común’. Las viviendas conforman una ciudad-campamento que se alinea junto a las aceras, con las tiendas separadas por pequeñas bandas ajardinadas, todas iguales. Todo está inquietantemente subdividido, y las casas de estilo Georgiano y Tudor han sido sustituidas por distintos tipos de tiendas de acampada, que van desde el modelo de alta montaña al de fabricación propia. Irónicamente, el solar es la acera, un margen público en vías extinción en las áreas periféricas. La ‘nación de los sin techo’ se ha convertido en una muestra gráfica de la fobia a las aceras y a los porches frente a la televigilancia, de la paranoia suburbana. A pesar de que los habitantes de esta ciudad-campamento no se comportan como sus homólogos de la periferia, el escenario es conceptualmente idéntico: otra urbanización cerrada, en este caso por el cordón sanitario de la presencia policial. Una tragedia humana está aproximándose incómodamente a una farsa conceptual... [+]


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