La crisis reciente de la Historia del Arte es paralela a la de la Historia en general, y tiene mucho que ver con el descrédito de los grandes relatos sobrevenido con el advenimiento de la posmodernidad. No es fácil, en efecto, defender ahora la idea de que las artes visuales se han desarrollado siguiendo un argumento, más o menos coherente, susceptible de ser ‘contado’ con sus recurrencias cadenciales y momentos dramáticos, como los cuentos tradicionales, los mitos, o las grandes novelas. ¿Podemos aferrar-nos ya a argucias como la de la sucesión encadenada de los estilos o la correspondencia de las artes, siguiendo el supuesto espíritu de la época? Y si estas dudas son pertinentes para lo que ha sucedido hasta finales del siglo XIX, ¿cómo no reconocer su intensa relevancia cuando se trata de abordar los acontecimientos desde 1900 hasta ahora? Trazar la historia del arte contemporáneo es especialmente difícil: los fenómenos sobre los que hay que ocuparse son muy recientes y carecen de la consabida perspectiva, como suele decirse, pero lo más perturbador es que muy pocos de los problemas suscitados en cualquier momento de ese lapso temporal están completamente cerrados en el presente hipotético en el que se escribe el relato. La verdad es que no hay suficiente espesor histórico para el ‘arte moderno’ porque sus premisas esenciales continúan vigentes todavía, están en pleno desarrollo... [+]