Estos tiempos, ya lo sabemos, tampoco son propicios para la lírica. Demasiadas atrocidades y manipulaciones. Los primeros años del siglo XXI están siendo especialmente ominosos, con la principal superpotencia del planeta empeñada en una guerra feroz contra un enemigo invisible que se reproduce más cuanto mayores son los golpes que se le cree infligir. Entre el 11-S de 2001 y el 11-M de 2004 hemos conocido, entre otras cosas, la guerra de Afganistán, las matanzas de Yenín y de Gaza, la invasión y destrucción de Irak, las ignominias de Guantánamo y Abu Ghraib, y todo ello en medio de uno de los peores capítulos de la (larga) historia de la mentira política. Hemos aprendido una vez más que la peor consecuencia de la violencia es la conversión de la víctima en verdugo sanguinario. ¿Nos estamos nazificando a marchas forzadas?... [+]