El encargo consistía en la construcción de unas oficinas para los veinticinco trabajadores de una agencia de viajes en un pueblo a treinta kilómetros de Bruselas, en un solar entre casas rurales, un convento y un colegio. Este entorno tradicional condicionó las primeras decisiones del proyecto. Se trataba de que el nuevo edificio se integrara en el lugar, que ayudara a construir la calle y a recuperar la identidad, cada vez más diluida, de este tipo de poblaciones. Huyendo de cualquier forma exuberante, se tomaron como punto de partida algunos elementos de los edificios circundantes. La forma básica adoptada fue la de una casa con tejado a dos aguas, siendo finalmente cuatro para permitir una baja altura de cornisa que hiciera referencia a la escala doméstica; asimismo se abrieron unos grandes huecos —con carpinterías de aluminio— similares a las ventanas de la escuela y el convento, dotándolo así también de un carácter más público.

El edificio, de 32 metros de longitud por 15 de anchura, se sitúa en un jardín paisajista, donde el aparcamiento ha sido distribuido en terrazas salpicadas de árboles y setos para evitar que se haga demasiado presente. En la parte anterior se reservan unas plazas para visitas y entregas ocasionales, evitando así que se estacione en la calle. Esta atención por los detalles que contribuyen a la armonía del conjunto se percibe en toda la intervención, particularmente en el volumen construido para guardar las bicicletas y los contenedores de basura, cuidadosamente vinculado al proyecto.

Contraste material

Con una estructura de hormigón, cerramientos de ladrillo y completamente revestido con tejas, el edificio se divide en tres niveles. El acceso se sitúa aprovechando un entrante de la fachada, donde unos vidrios azules recuerdan la singularidad de esta ‘casa’. Desde la entrada se ve la caja de escaleras, cuyo color rojo unido al tono más frío del cristal crea un oasis cromático. Además de la recepción, en la planta baja se encuentran la sala de reuniones y un almacén. La planta siguiente, con las oficinas propiamente dichas, se pensó en principio como oficina paisaje, pero acabó dividida por un núcleo central de servicios, dejando a los lados despachos separados por paramentos de vidrio y por unas estanterías de metro y medio de altura que no impiden la percepción global del espacio. El ambiente aquí se caracteriza por la calidez que le confieren tanto la madera de Merbau empleada en el suelo y las estanterías, como los colores de los muros que identifican los ámbitos colectivos. Finalmente en el nivel superior se encuentran una sala multiusos y el refectorio, abiertos a un patio interior presidido por la torre de la iglesia... [+]