«Il faut des maisons usinées». «Hay que fabricar casas industrializadas»: este es el lema que Jean Prouvé aplicó en su Maison Tropicale que, sin embargo, no es necesariamente una casa. De hecho, fue concebida originalmente como un prototipo para atender dos programas diferentes: el alojamiento para un profesor de secundaria en Niamey (actual Níger), y la oficina de información del representante de una compañía comercializadora de aluminio, en Brazzaville (actual República del Congo). Con estos ejemplos se pretendía demostrar la viabilidad de construir nuevos asentamientos coloniales contando sólo con un limitado número de componentes metálicos industrializados. Desgraciadamente, las casas resultaron tener un aspecto demasiado arriesgado para sus potenciales compradores (la burocracia y la colonia comercial) y se constató que eran más caras que las construcciones locales, por lo que no se formalizó ningún encargo y los prototipos permanecieron olvidados hasta su ‘rescate’ en 2004, y su traslado —ya como verdaderos iconos— a la terraza del Centro Pompidou de París y a un resort en Costa Rica.

Concebida como una variante del sistema Meudon desarrollado poco antes, la Maison Tropicale parte de una malla geométrica de 1x1 metros, y asume el reto de no contar con ningún elemento constructivo de más de cuatro metros de longitud y cien kilogramos de peso. La eficacia de la ligera estructura de la casa—formada por una serie de pórticos de acero revestidos con paneles de aluminio— dependía del proceso de montaje, pues todas las piezas contribuían a la estabilidad del conjunto. Sin embargo, lo más singular del prototipo fueron las medidas bioclimáticas tenidas en cuenta para enfrentarse al clima local: un parasol de lamas mitiga la radiación solar; la casa se separa del suelo y una doble piel la envuelve para generar corrientes de ventilación, atenuando así las cargas térmicas; una chimenea solar dispuesta en el eje de la cubierta contribuye, finalmente, a inducir corrientes de aire en el interior de la casa.