Uno de los aspectos más característicos del Teatro Shakesperiano de Gdansk es su cubierta metálica formada por dos alas totalmente abatibles, que permite recuperar el espíritu del teatro clásico al generar un espacio descubierto de marcado carácter tipológico que se carga de reminiscencias de tiempos remotos.

La configuración modular del proyecto —evidente a todas las escalas— ha permitido utilizar un riguroso sistema de ensamblaje in situ de las piezas que conforman las dos alas móviles, lo que contribuye al buen funcionamiento de la cubierta abatible. Esta se despliega gracias a un elaborado sistema hidráulico, que la dota de movimiento, y a los robustos muros de mampostería, que la estabilizan y la protegen de la acción del viento. Además, esta modulación permite conservar, cuando el techo se abre, el equilibrio compositivo con respecto al eje vertical. En esta posición, la talla total del edificio se eleva en seis metros: exactamente la altura de cada uno de los tres niveles transitables del teatro.

La posibilidad de generar un escenario al aire libre —además de las evidentes connotaciones simbólicas— tiene por meta el encuentro entre la arquitectura y el aire. Con la intención de conjugar gravedad y ligereza, los compactos muros exteriores y la cubierta de acero negro contrastan, por una parte, con los acabados interiores, realizados en madera aligerada, y por otra, con el propio cielo, que constituye una fachada más del proyecto: una suerte de telón de fondo de una aplastante ingravidez vertical que se torna, sin duda, protagonista.