Remodelación del Mercado del Ninot
Mateo Arquitectura  Josep Lluís Mateo 

Remodelación del Mercado del Ninot

Mateo Arquitectura  Josep Lluís Mateo 


Construido en 1928, el Mercado del Ninot de Barcelona se sitúa en un solar alargado al que se accede por la calle Mallorca. Su estructura metálica ligera constituye el elemento preexistente más característico del edificio, por lo que se decide mantenerla. De este modo, la intervención respeta el espacio tradicional del mercado, definido por una gran cubierta y formado por tres cuerpos: dos volúmenes laterales y uno central, que se eleva con respecto a los otros dos para favorecer la ventilación y la iluminación.

La remodelación del Mercado del Ninot de 1928, situado en el ensanche de Barcelona, contempla tanto la actualización de su envolvente como la inclusión de dos nuevos sótanos de servicios.

La remodelación, merecedora del primer premio en un concurso público, no sólo conserva y repara la estructura, sino que vacía el subsuelo bajo ésta para introducir, en dos plantas subterráneas, el programa dedicado a las necesidades actuales de logística e instalaciones: un parking, un área de auto-servicio, un muelle de carga y numerosos almacenes. Esta operación permite liberar el espacio de las plantas superiores, configurado como una trama urbana que completa el trazado del barrio y que se articula con éste mediante un gran hall abierto de recepción de visitantes en la propia calle Mallorca. Desde este vestíbulo, que también tiene la función de reorganizar los accesos y eliminar los cambios de nivel existentes, el usuario obtiene una visión general del mercado y puede moverse a la planta inferior.

El espacio interior se configura como una plaza, con los puestos del mercado repartidos en una trama regular bajo la cubierta de finas cerchas metálicas. Un gran hall, contenido en un volumen que se pronuncia hacia el exterior en la calle Mallorca, reorganiza los accesos y absorbe los cambios de rasante, además de conectar verticalmente todos los niveles del edificio.

Además de una operación de carácter urbano, esta intervención también influye sobre la propia composición de la obra. Así, se modifican las fachadas y la cubierta para propiciar la entrada controlada de luz natural desde el exterior, ya que de otro modo podría dañar los alimentos. Esto se consigue mediante un sistema de lamas perforadas que regula la luminosidad. Las planchas de acero inoxidable, perforadas y plegadas, cuentan con diversas densidades de hueco y se gradúan con relación al plano del suelo: las más opacas se colocan en la parte baja del revestimiento, mientras que las de carácter más abierto se sitúan arriba.

Estas lamas se pliegan para acentuar su rigidez y para permitir que la luz rebotada hacia el norte penetre en el espacio central. De este modo se consigue que varíe la experiencia de la arquitectura según la iluminación exterior, al tiempo que se resuelve el tratamiento de dos de los grandes temas de proyecto que están en la propuesta desde el principio: la rigidez y la permeabilidad controlada. 

Las nuevas fachadas se componen de dos sistemas superpuestos de vidrio doble y lamas de acero perforado regulable hacia el exterior, mejorando el comportamiento térmico del edificio y la calidad lumínica del interior.

Al llegar al suelo, las planchas de la fachada se transforman para albergar en su interior los pequeños puestos exteriores de venta y las paradas, de modo que gran parte de la acera queda liberada. De esta manera, el nuevo edificio lanza a la calle un renovado Mercado del Ninot que, configurado a la manera tradicional, no es ni más ni menos que una enorme plaza cubierta.