El nuevo Palacio de Justicia está planteado como un edificio abierto al ciudadano, funcional, transparente y accesible, capaz de concentrar los servicios judiciales riojanos hasta ahora dispersos en diferentes centros, y al mismo tiempo contribuir a la mejora de la vida del barrio.

El proyecto debía dar respuesta a una doble necesidad: por una parte resolver un programa riguroso y preciso de acuerdo a unas condiciones económicas determinadas; por otra, cumplir el compromiso de este tipo de edificios con el ciudadano, como representación de uno de los poderes públicos del Estado. Es decir, debía compaginar utilidad con representación, economía con significación, eficacia con identificación. Para ello se utiliza el edificio existente en la parcela —el antiguo Hospital Militar, en la calle Murrieta— que funciona como una herramienta ‘de carácter’: vaciado por completo, el pabellón se convierte en la gran puerta del ‘Palacio’, un espacio realmente significativo que aporta la representatividad al conjunto. La decisión de mantener este antiguo edificio permite que, por el contrario, las nuevas construcciones puedan ser concebidas desde condiciones estrictas de economía y funcionalidad. Así, se construyen cuatro nuevos volúmenes de planta baja más tres alturas, dispuestos en forma de peine y conectados entre sí. Entre los volúmenes hay patios de seis metros de ancho que permiten la entrada de luz natural a los interiores, proyectados como sistemas modulares y ajustables.

 El antiguo pabellón está destinado a servicios para los ciudadanos, y alberga puntos de información, aseos, zonas estanciales, etc. Desde allí se canalizan los flujos de circulación hacia las zonas administrativas y judiciales. Al sur, sobre un aparcamiento de dos plantas, se crea una gran plaza ajardinada que responde a uno de los objetivos principales de la intervención: el de revitalizar la zona, buscando generar el mayor espacio público posible y creando un nuevo salón urbano que pueda oxigenar el denso tejido residencial del entorno.

Un gran envoltorio vegetal unifica los cuatro nuevos edificios en un único volumen, con la idea de que este elemento ligero actúe como mediador entre la funcionalidad de la propuesta y los conflictos urbanos que la actuación puede acarrear. Así, el proyecto propone ‘envolver el contenido en hojas’. Este ‘velo vegetal’ permite la eliminación de las vistas directas de los juzgados desde la calle, potencia la creación de espacios de sombra y refresco para el edificio y proyecta hacia la ciudad una cara humana y amable de la justicia.