Este invernadero forma parte de la Rural Studio Farm, un proyecto comenzado en 2010 cuyo propósito es recuperar los sistemas de cultivo de alimentos orgánicos, abandonados en buena parte de las sociedades industrializadas, especialmente en EE UU. El edificio ha sido proyectado y construido por estudiantes en sucesivos talleres, y su diseño parte de principios pasivos que garantizan la captación de agua y la producción de calor necesarios para el crecimiento de las plantas a lo largo de todo el año.

La construcción sigue el esquema de los invernaderos tradicionales. Hacia el Sur el edificio se abre para aprovechar la energía solar mediante una membrana inclinada de vidrio, que atrapa la radiación de manera que el calor pueda acumularse en un elemento dotado de una buena capacidad colorífica: el muro térmico. Este está formado por varias hileras de barriles llenos de agua apoyados sobre una cimentación —formada también por una hilera de barriles empotrados en el suelo— y revestidos en su parte posterior con un aislamiento que impide la pérdida de calor. Hacia el Norte el invernadero se remata con una berma o talud de tierra, que durante el invierno protege al edificio de los vientos, y mejora su comportamiento térmico. Para evitar el recalentamiento durante el verano, las paredes de vidrio del invernadero pueden abrirse o pivotar para permitir la ventilación natural cruzada, además de protegerse con toldos de lona.

Gracias a sus sistema de captación y almacenamiento de agua, el edificio es completamente autónomo, incluso durante los periodos de sequía.