Un conjunto de pabellones modulares alberga un centro educativo que brinda a los alumnos de la tercera ciudad del país la posibilidad de continuar su formación tras el colegio.

El emplazamiento en una llanura aluvial precisaba una remodelación del terreno para proteger el edificio, lo que permite canalizar el agua durante la estación lluviosa hacia un depósito que irriga las plantaciones de mango del campus.

Aunque las aulas cuentan con aire acondicionado para contrarrestar el calor liberado por los equipos informáticos, los sólidos muros de arcilla y los cerramientos ventilados contribuyen a mantener frescos los interiores.