El Jardín de Panchés (A casa das silvas)
Arturo Franco 

El Jardín de Panchés (A casa das silvas)

Arturo Franco 


En la ladera del Pindo se sitúa A casa das silvas, la vivienda más antigua del pueblo coruñés de Panchés, cuya cubierta se desplomó hace cerca de cuarenta años. Con el paso del tiempo, un trozo de monte penetró entre sus muros, convirtiéndose en hogar de las silvas. Con una superficie de 60,60 metros cuadrados, la actuación experimental denominada el Jardín de Panchés, que duró 36 meses, comenzó con el desbroce para dejar a la vista elementos como un horno y un banco de piedra, respetando las silvas, los helechos, los musgos y el rosal silvestre, que allí habían vivido durante años. El resto se saneó con nueva tierra vegetal.

Posteriormente, llegaron las ortigas y la gran viga de batea caída. La tonelada de madera de eucalipto, que llevaba sumergida en la ría de Noia más de veinte años, rompe ahora el espacio ajardinado, donde tienen cabida otras malas hierbas y especies silvestres. Más tarde, se insertaron la escalera-mirador y el columpio —formado por una eslinga y una piedra a modo de asiento—, ambos de color amarillo a semejanza de las flores que tiñen el monte, o la puerta de acceso procedente de un cementerio cercano. 

En este proceso de renaturalización, los elementos van apareciendo en el nuevo jardín ‘salvaje’ con la colaboración de vecinos, como Jorge y Ana, de Ana Isabel Calo (propietaria de la casa das Camelias en Boiro), Miguel Llana (el bancario apasionado), Rafael Ovalle ‘Falo’, (un reputado paisajista asturiano), y Rocío Priegue (la propietaria del vivero de Cee). «El tiempo se ha encargado de todo lo demás hasta llegar al punto de partida. Todo es como al principio, pero distinto», comenta Arturo Franco.