Los 5.500 metros cuadrados de este edificio de usos mixtos forman parte del plan de ampliación del Museo de Bellas Artes de Houston, de 1990. La forma en L y las tres alturas permiten acoger las zonas administrativas de toda la institución, así como un anejo destinado a programa docente, que se vincula a la colindante Glassel School of Art. Las dos partes del programa se traducen en dos alas unidas mediante un vestíbulo común inundado de luz, aunque ambas mantienen su propio acceso.

El modo en que se sitúa el edificio en la parcela permite la conservación de tres robles dispuestos a lo largo de la calle principal a la que se abre el museo, el Montrose Boulevard. El alzado a esta calle se extiende por toda la longitud disponible del solar para crear un pórtico y un paseo públicos. Conectado a ambos, el aparcamiento queda protegido por la sombra de robles y magnolios plantados para la ocasión.

Los materiales empleados, desde la piedra caliza de Indiana hasta el granito gris de Dakota, aluden de una manera sutil a otros edificios y jardines del museo, de manera que el conjunto acaba dando cuenta de dos aspiraciones: el deseo de continuidad, y la búsqueda de la identidad mediante la creación de una nueva referencia urbana.