Entrada a la Domus Aurea, Roma
Stefano Boeri Architetti 

Entrada a la Domus Aurea, Roma

Stefano Boeri Architetti 


La caída accidental de un joven romano por una sima del Esquilino a finales del siglo XV reveló que cavidades hasta entonces consideradas naturales eran en realidad vestigios semienterrados de la Domus Aurea, la fastuosa villa de Nerón que sus sucesores sepultaron como parte de la damnatio memoriae del tiránico emperador. El hallazgo dejó al descubierto bellas decoraciones murales perfectamente conservadas, que pronto los artistas de la época acudieron a contemplar en masa y que avivaron su fascinación por la Antigüedad clásica, dando pábulo al Renacimiento.

Un nuevo acceso conduce desde el exterior hasta la Sala Octogonal —una rotonda a seis metros de profundidad con un óculo precursor del Panteón— a través de una rampa de acero galvanizado, autoportante y ejecutada con métodos que no precisaran maquinaria para no comprometer la estructura milenaria de la galería donde se inserta. Se despliega así un descenso gradual acompañado de tenues luces integradas en los antepechos que permiten al visitante sumergirse, como hicieron los grandes maestros a la luz de las antorchas, en la inmensidad de las grotte.